Aún estamos a día 7, pero parece que cada vez es menos necesario que sea 8 de marzo para celebrar el Día Internacional de la Mujer. A la jornada de hoy, no le ha faltado un detalle: premios, poesía, charlas, exposiciones pictóricas... Todo se ha desarrollado según lo esperado, pero quedaba una parcela por cubrir, una, como mínimo, igual de importante que la lírica y los reconocimientos: el deporte. Cuando cabía esperar que fuese la Federación de Fútbol la que tomase la delantera, va la territorial que encabeza Jorge Molinary y se anticipa. Y no de cualquier modo...

Los máximos gestores del baloncesto caballa anunciaron a bombo y platillo hace ahora dos días un evento que no perseguía sino estar a la altura de los acontecimientos (literalmente). Tras su presentación oficial y sus primeros compases, podemos decir, a todas luces, que el objetivo se ha cumplido con creces; el éxito ha sido rotundo.

La iniciativa a la que Molinary y compañía han dado rienda suelta en vísperas del 8M llevaba (lleva) por nombre 'Encuentro de Baloncesto y Mujer'. Su denominación no puede ser más reveladora: su eje ha sido el baloncesto; su inclinación, las mujeres. La cita, que se ha desarrollado en el Antonio Campoamor bajo el lema 'Her world, her rules' ('Su mundo, sus reglas'), perseguía un propósito claro: "Fomentar la participación femenina en el baloncesto y promover la igualdad de género en el deporte".

Lo adelantó la FBC vía comunicado: "Vendrán a Ceuta miembros destacados de la Federación Española de Baloncesto". Así se dijo y así ha acabado siendo: varias figuras de sobrado renombre se han desplazado hasta la ciudad autónoma para secundar la propuesta de los Molinary. Entre la expedición, había una persona que, por su pasado y su bagaje (también por su estatura), destacaba sobremanera: Fernando Romay.

Seguro que te suena de algo: 2,13 metros de altura, 141 kilogramos de peso, un 56 de pie... En definitiva: un portento físico; un bicharraco donde los haya. Si en imágenes ya impresiona, en persona, la estampa está, directamente, a otro nivel (toca repetir: literalmente).

Lo cierto es que, aunque sobran las presentaciones, no está de más recordar que Romay acumula 335 partidos con el Real Madrid y otros 174 con la elástica de la Selección, con la que se colgó una suculenta plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. A propósito de su palmarés, en él, figuran -entre otros muchos títulos- 8 Ligas, 5 Copas del Rey y 2 Copas de Europa. Parece claro, por tanto, que no hablamos de un tipo cualquiera.

Decía Romay que, para él, era "un verdadero placer" el hecho de estar en Ceuta, donde este 2024, varios años después de su última visita, ha aterrizado en calidad de representante de la Federación nacional. Lo ha hecho para hablar de baloncesto, para demostrar que "la práctica deportiva no es solo saludable en lo físico, sino que, además, también lo es en lo anímico". "En mi opinión, no hay mejor libro para aprender valores sociales que un equipo de baloncesto", exponía el exmadridista.

Romay no se ha escondido: el deportista se ha confesado "orgulloso" a propósito de la buena acogida de la que goza el baloncesto en el ámbito femenino. "Da igual que sea en la Selección o en cualquier división inferior; es un gusto para nosotros ver cómo el baloncesto cala cada vez más dentro de la mujer", reconocía ante la prensa.

Ha sido él quien, casi por inercia, ha acabado acaparando el grueso de las miradas, pero Romay no ha sido el único invitado estrella: la gustosa encargada de completar la parrilla de 'celebridades' ha sido María Gascón, una baloncestista que -en palabras de Fernando- "estaba llamada a ser una grandísima jugadora". Lamentablemente, una lesión truncó su carrera. Lo bueno es que no lo hizo del todo: a día de hoy, sigue ligada al mundillo.

Lo revelaba ella misma: "Cuando empecé a jugar, no tenía ninguna expectativa de llegar a ser profesional; yo jugaba, simplemente, porque me lo pasaba bien con mis amigas". Ni siquiera su familia se esperaba que fuese a llegar tan lejos. Ni siquiera sus padres, pero, por suerte o por desgracia, a veces, el destino es caprichoso.

"Hubo un momento en el que llegué a lo más alto, pero empecé a sufrir lesiones", contaba Gascón, que, tras recaer una y otra vez, se vio obligada a buscar "otra vía" mediante la que poder dar continuidad a su sueño. Esa "otra vía" fue la de "terminar la carrera". El final es el que fue: tras mandar su currículum a la FEB, esta la fichó para su Departamento de Secretaría General. El resto, como suele decirse, es historia.

María cree que su caso particular ha de servir "de ejemplo" para todas esas niñas que, por 'h' o por 'b', se quedan por el camino. "No hace falta llegar a lo más alto; lo más importante de todo es no rendirse nunca", lanzaba. A las más pequeñas de la casa, un mensaje: "Que sigan apostando por ello; que sigan intentándolo; que luchen y trabajen por y para el baloncesto femenino".

Entre tanto formalismo, al otro lado de la valla que separa la cancha del graderío del Campoamor, varias decenas de menores aguardaban impacientes; querían que la rueda de prensa finalizara; querían saltar al campo y divertirse. Luego de alguna que otra foto para el recuerdo, la pista se llenaba hasta los topes; empezaba lo bueno; empezaban esos partidos 3x3 que la territorial tenía guardados bajo la manga.