Flagelados, pero apenas mojados

La Hermandad Sacramental y Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Flagelación y María Santísima de la Caridad burló la lluvia y salió en procesión para regocijo de sus fieles: "Ceuta es de la Flagelación", exclamaron


En contra de las recomendaciones de los farmacéuticos ceutíes para esta Semana Santa, los cuellos de quienes esperaban por ver la salida procesional de la Hermandad Sacramental y Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Flagelación y María Santísima de la Caridad de Ceuta este miércoles santo no lucían precisamente rectos. Se extendían y doblaban buscando el cielo, hacia las nubes negras que ya una hora antes cubrían todo, amenazando con un flagelo lluvioso, un latigazo de suspensión. No pasó, salió el sol, salió Jesús y salió la Virgen: "Ceuta es de la Flagelación", exclamaron.

Completamente de negro, casi Casa de Bernarda Alba (Lorca, 1936), cuatro mujeres rodeaban la puerta de la sede cofrade. Muchachas vestidas de domingo, esta vez eligiendo mitad falda, mitad pantalones palazzo, aprovechaban el escalón de la Hermandad para sentarse.

Procesión Semana Santa La Flagelación 2024
Momentos previos a la procesión de la Flagelación.

La nube de los vapeadores de los jóvenes y adolescentes quería anticipar la que luego formaría el incienso quemado, pero con olores más frutales.

Un pequeño perfectamente repeinado y vestido como un monaguillo de misa pateaba piedras pegadas a la acera, en una calle, Teniente Pacheco, que no ha vivido este miércoles un minuto de silencio.

Si a las ocho ya sonaba la radial de las molestas obras de un edificio, a las once los fieles se desplegaban por el asfalto para las celebraciones matinales y antes de las seis se esperaba con ansia en el exterior por la salida de la Imagen. Una operación complicada, entre la multitud, en una vía tan estrecha.

Todos estaban uniformados en el interior faltando cincuenta minutos para la hora marcada. Allí las miradas también eran de nervios, entre los hermanos y las jóvenes participantes, el Cristo dramáticamente encorvado, la Virgen compungida.

Fuera del angosto local, se agrupó la masa. Llegó la caballería, no se sabe si el séptimo, con sus boinas, bufandas azules y banderines.

Una señora con plumas rosa y jersey campaña de Benetton rompía coloridamente las solemnes uniformidades dominicales que dominaban el panorama.

Un momento de la procesión de la Flagelación.
Un momento de la procesión de la Flagelación.

Aunque mezclados, se adivinaban dos frentes. El de los situados entre los 15 y los 20 años, con sus aperitivos sabor ketchup, pipas, pitillos, vapeadores y cortes de pelo de solo las puntas en el caso de ellas y a la moda de Tetuán en el de ellos. Y un segundo grupo de veteranos, que preferían pirulís rojos ambulantemente vendidos en la esquina intermedia de la calle.

Faltaban tres minutos para la hora señalada cuando se vivió el primer momento de estrechez. Los miembros de la banda pasaron en un sentido, mientras los fornidos costaleros enfilaban la puerta de la Hermandad en el contrario. No había quien entrara, “Santísimo Cristo”, exclamaba alguno, coincidiendo con el nombre de la agrupación musical.

Al final casi todo se puso en orden, aunque la Caballería no tenía muy claro en qué fase del paso debía ir situada: "Todavía tiene que pasar el cortejo de la Virgen", le indicó uno de los directivos de la Flagelación.

El mismo que sonreía viendo que a escasos momentos de la salida el cielo negro se despejaba. La procesión iba a salir, encabezada por nazarenos con capirotes y una cruz. Una escena de película. Música de banda y vestuario, incluido el de una de las veteranas organizadoras de abrigo negro largo y pinganillo.

Aquello no era una de James Bond, tampoco 'Amanece que no es poco', aunque el levantamiento del Cristo una vez embocada la calle, seguido de aplausos, recordase por momentos al de ostia que realizaba el cura de la película de José Luis Cuerda.

Un momento de la procesión de la Flagelación.
Un momento de la procesión de la Flagelación.

Jesús salió de forma limpia, no tanto la Virgen, cuyo forjado rozó la puerta tras inclinarse en algunas ocasiones, ante la mirada del costalero más fino nunca visto, devoto apasionado, que fotografiaba desde el exterior un momento para el recuerdo.

Y así, el paso se encaminó hacia la plaza de la Constitución, para seguir por el paseo del Revellín, las calles Méndez Núñez, Antioco, Solis, Sargento Mena y General Aranda y ya, de vuelta, el pasaje Mina, la calle Mina donde esperaban acabar -a pesar de alguna gota de lluvia- heroicamente embocando las Imágenes por la angosta puerta de la Hermandad, un año más.

Flagelados, pero apenas mojados


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