Sus nombres forman ya parte del vasto repertorio ceutí de celebridades. No han conseguido una medalla como tantos y tantos otros, no; lo que han logrado es mucho, muchísimo más importante que un éxito deportivo, algo infinitamente más provechoso que un triunfo de cualquier otra índole: han sentado las bases para labrarse un futuro (no es moco de pavo).

Son ocho en total. Algunos superan ya (por poco) la mayoría de edad; otros están a escasos meses -puede que semanas- de cumplir sus ansiados dieciocho. Además de año de nacimiento, todos comparten una cosa: han dominado con puño de hierro la última 'edición' de la siempre reñida selectividad caballa. Y eso, querido lector, no tiene precio.

Sus caras lo decían todo: llevaban dibujada en sus frentes la palabra 'ilusión'; estaban (muy) felices. Más que felices, estaban rebosantes de júbilo. A decir verdad, no era de extrañar: uno no es recibido en audiencia por la delegada del Gobierno todos los días. Ya no es la recepción, sino el despliegue mediático orquestado en torno a la misma: son los focos, las cámaras y los micrófonos.

Era "una invitación". Como tal, había que aceptarla. El fin último, claro, era "reconocer a los estudiantes". Ojo: no a unos cualquiera; los recibidos este 3 de julio en la sede de la Delegación del Gobierno son "los alumnos que han conseguido los mejores resultados en la PEvAU".

Sobra decir que no hablamos de una prueba de tres al cuarto: el de la antigua Selectividad "es -en palabras de Cristina Pérez- un examen para el que nos están preparando (y asustando) durante todo el curso". Su significancia no es un tema precisamente menor; la nota resultante del proceso es, en síntesis, "la que le abre a uno su camino profesional".

A nadie se le escapa que no obtener en la prueba de acceso a la universidad una calificación más o menos decente puede suponer (y, de hecho, supone) verse abocado a estudiar otra cosa. Por fortuna para los preuniversitarios hoy distinguidos, sus circunstancias no son las propias de un fracaso.

Como cada curso, el acto ha contado con un estudiante de cada uno de los centros educativos ceutíes que ofertan estudios de Bachillerato. En representación del Camoens, ha acudido Roberto García León. Del lado del San Agustín, ha hecho lo propio Claudia González Lara. En el Almina, la alumna más destacada ha sido Wisaal El Harrar Benali.

Por el Siete Colinas, ha acudido Santiago Chavernas Zerrad. De parte del Clara Campoamor, el diploma se lo ha llevado Mariam Mohamed Mohamed. En lo tocante al Abyla, el reconocimiento ha sido para Alba Domínguez Miranda. Ismael Bulaich Mohand ha asistido en nombre del Puertas del Campo. Por su parte, Sofía Vega Korir ha secundado la cita por la Escuela de Arte.