Un arriado por "el primer español, el que a todos nos representa"
No se ha dignado a venir a Ceuta -ni a Melilla- en diez años como rey (ni siquiera antes como príncipe de Asturias), pero la Comandancia General ha considerado oportuno orquestar en torno a su persona toda una batería de actos para conmemorar, precisamente, su décimo aniversario al frente de la Jefatura de Estado. Fue un 19 de junio como el de hoy; fue en 2014 cuando don Felipe de Borbón y Grecia ascendió al trono español. Lo hizo tras la abdicación de su padre, un Juan Carlos I que se vio enormemente debilitado a ojos de la opinión pública a raíz de episodios tan controvertidos como su viaje a Botsuana y su 'amistad' con la aristócrata Corinna Larsen (aunque la versión oficial fue siempre la de su precario estado de salud y sus ganas de descansar).
Al ser la efeméride tan señalada, el estamento militar no ha querido dejar escapar la ocasión de honrar al que, por su rango de capitán general de los tres Ejércitos, representa la máxima autoridad dentro de las Fuerzas Armadas. Ni corta ni perezosa, la institución que actualmente encabeza Marcos Llago abrió la veda con un solemne arriado de bandera coprotagonizado por los integrantes de la Escuela Naval Militar, de visita en la ciudad autónoma el pasado día 14 con motivo de una escala.
No es que la Casa Real viva de arriados, mas sí parece tener afición por ellos. Así, tras el organizado hace ahora cinco días en la céntrica plaza de África, el más importante de los dos proyectados ha tenido lugar este miércoles. El mismo ha tomado como escenario nuestro más singular conjunto monumental: las Murallas Reales. En esta ocasión, el gustoso (intuimos) encargado de hacer las veces de maestro de ceremonias ha sido el Regimiento Mixto de Artillería número 30, cuyos componentes han recibido la honorable encomienda de rendir pleitesía a la persona que, según dicen, representa "la unidad y la estabilidad de España".
El evento en sí ha distado más bien poco de lo visto cada vez que un Arma concreta celebra a su patrón. Al poco de llegar la hora prevista para su inicio, hacía su entrada en la amurallada plaza de armas un destacamento de soldados que, tras tomar posiciones, ha quedado estoicamente formado al frente del palco de autoridades, entre las que se atisbaban rostros tan conocidos como Marcos Llago, Juan Vivas y Cristina Pérez.
Coronaba la formación un reducido y modesto conjunto de la Banda de Música de la propia Comandancia. A sus mandos, la siempre firme Amadora Mercado del Río, a la que las altas esferas del gremio militar han encargado la enorme responsabilidad -a ella misma y a sus músicos- de amenizar la ceremonia a ritmo de batuta.
Solo dos de los partidos con representación en la Asamblea han optado por no secundar la cita. Para sorpresa de muchos, uno de esos partidos ha sido VOX, cuya cúpula -a diferencia de lo ocurrido con otras actividades como la romería de San Antonio- ha preferido no enviar a ningún representante. Sí han estado el PSOE y MDyC; también, por supuesto, los miembros del Gobierno local, cuyos consejeros han quedado ubicados en un espacio anexo a la Presidencia.
La idea era izar la bandera nacional mientras la megafonía hacía sonar la Marcha Granadera; ese era el fin último y eso es justo lo que ha acabado sucediendo. La enseña accedía al lugar -escoltada- por mediación de un binomio. Con ello, la seriedad inicial se tornaba por completo en solemnidad. El fervor era tal que muchos optaban por inmortalizar el momento haciendo uso de sus teléfonos móviles, dejando entrever, con ello, su desacomplejada devoción por nuestros símbolos.
A pesar de haberlo avisado el relator, ha habido más de uno al que la primera de las veintiuna salvas de cañón realizadas en total le ha pillado con la guardia baja (por decir algo). Muchos, de hecho, no esperaban que el sonido de los obuses fuese a resonar tan reiteradamente. Lo que no ha cogido a nadie por sorpresa ha sido el Himno de Artillería, al que han sumado sus gargantas, incluso, quienes, por su condición de civiles, no se encuentran bajo la disciplina militar (es lo que tiene el amor hacia lo castrense).
Lejos de querer otro posible porvenir, la Comandancia desea a Felipe VI un largo reinado; el Ejército anhela que este continúe "guiando el país hacia un futuro de paz, prosperidad y progreso". Ya no es que nuestro jefe de Estado sea el garante de "la unidad y la estabilidad de España", es que, en palabras de Marcos Llago, es "el primer español", aquel que "nos representa a todos", de ahí que todo acto en honor a él sea siempre insuficiente.