Opinión
La izquierda siempre se ha empeñado en regalarle las mejores armas al enemigo. Es como una maldición. Ocurrió cuando el marxismo compró la tesis liberal de que la democracia sólo era posible con el capitalismo. Entonces, si se quería terminar con lo segundo, había que acabar también con lo primero. Así, en lugar de elaborar una teoría política que explicara que el parlamentarismo, la separación de poderes, la libertad de prensa y todas las instituciones republicanas se volvían una mentira bajo condiciones capitalistas, muchos marxistas asumieron que toda la obra de la Ilustración no era más que una idea “burguesa”, iniciando así la búsqueda de algo mejor que la ciudadanía, de algo mejor que la idea de democracia. Se tiraba al niño con la ropa sucia. Y se le regalaba al capitalismo la defensa del estado de derecho.