Algunos creen que, simplemente, cumplen con su trabajo; otros -suelen ser ellos mismos-, que, de no ser por su encomiable labor, el español de a pie sería poco menos que un ser inerte dentro de esa inevitable relación contractual que se da entre el ciudadano y la Administración. Que la imagen del funcionario está algo desgastada (casi estigmatizada) lo sabe todo el mundo; lo de que su figura es enormemente necesaria, no en balde, solo lo saben quienes integran el gremio (y aquellos elegidos que están en la órbita de este mismo).

La Administración General del Estado lleva largo tiempo intentando devolver a los empleados públicos el prestigio y la reputación que estos merecen por el solo hecho de haber aprobado unas oposiciones que, en ningún caso, son moco de pavo. Desesperado -y señalado por la opinión pública en un contexto de corrupción como pocos se recuerdan-, el Gobierno de Mariano Rajoy decidió en su momento coger el toro por los cuernos en un intento por restablecer el daño ocasionado por décadas de bipartidismo y sucesivas crisis económicas.

En 2011, Rajoy y sus ministros resolvieron que España pasara a formar parte de la denominada 'Alianza de Gobierno Abierto', un proyecto que echó a andar en 2008 a instancias del mismísimo Barack Obama. A pesar de su forzoso desalojo del Palacio de la Moncloa al hilo de la que fue la primera moción de censura de nuestra democracia, la decisión de los populares gozó de continuidad; cogió el testigo el inmortal Pedro Sánchez. Desde entonces, la AGE es cada vez más transparente (o eso dicen quienes están detrás).

El curso pasado, les tocó a los jubilados y a los pensionistas; este 2024, la llamada 'Semana de la Administración Abierta' ha sido diseñada para llegar a todos los estamentos (todos son todos). El fin último -su nombre ofrece alguna pista- pasa por acercar a la ciudadanía todo lo que se cuece en la Administración de puertas para adentro.

Lejos de pensar lo contrario, Cristina Pérez cree que la iniciativa en cuestión "tiene una gran importancia para la propia Administración". La delegada del Gobierno, "firme defensora de lo público", es de las que creen que los funcionarios han de estar siempre "al servicio del ciudadano". Siendo esa la premisa, la Semana persigue, entre otros objetivos, "crear una cultura compartida e inculcar el sentimiento de que la AGE está al servicio de todos".

El proyecto, en esencia, busca hacer ver a la población española que, efectivamente, existe "transparencia" y que sus representantes públicos están obligados a "rendir cuentas". La cosa es sencilla: "Los servidores públicos deben tener muy claro que, si están donde están, es porque así lo han querido los ciudadanos" (palabra de delegada). Ojo, porque la consigna no es únicamente de aplicación a los políticos electos; Pérez mete en el saco a "todos los empleados del Estado", a los que atribuye el ser "grandes profesionales".

Hay quienes piensan que los funcionarios son algo cercano al androide al que Arnold Schwarzenegger da vida en la saga Terminator, pero la realidad es que son personas de carne y hueso. Lo son pese a que estos son percibidos -según la delegada- como "algo oscuro". Su lejanía y su aparente desconexión con los trabajadores del sector privado tienen buena culpa de ella.

Tú, que eres español, tienes más que interiorizada la idea de que, "a Delegación, se va para poco más que pedir algún papel o enajenar un bien inmueble". Déjanos decirte, querido lector, que la cartera de servicios del organismo con sede en la céntrica plaza de Los Reyes es hoy por hoy bastante más dilatada que hace, por ejemplo, dos décadas. El motivo: el auge de las nuevas tecnologías.

La delegada sostiene que "una de las mayores revoluciones sufridas por la Administración ha sido gracias a la transformación digital". Para muestra, un botón: a fecha de 2024, el trámite para acceder a tu vida laboral es infinitamente más sencillo que aquel que había de ponerse en práctica en el año 2000. La exvicepresidenta primera de la Mesa de la Asamblea habla con conocimiento de causa: ella, que viene "del mundo de la abogacía", sabe lo que es realizar un trámite burocrático y cuán importante resulta completarlo de forma ágil.

Pérez tiene claro, en síntesis, que "la Administración ha mejorado en calidad y en accesibilidad". No obstante, aún hay margen de mejora (siempre lo hay). "Tenemos que escuchar al administrado y percibir cuáles son sus necesidades", reivindica la titular de Delegación, que defiende que esto último "solo se consigue con una Administración presencial". Porque no, "no hay que olvidar que existe aún una brecha digital", una que padece, en mayor medida, nuestra tercera edad.

A veces, claro, resulta inevitable que se produzcan quejas. Por fortuna para quienes las hacen llegar, la actual delegada opina que "siempre hay que atenderlas". Hay que hacerlo, de hecho, "se lleve o no se lleve razón". A este respecto, resulta importante "hacer ver al ciudadano que no hay conductas arbitrarias" y que los trabajadores públicos se limitan siempre a "aplicar la normativa vigente".