No es la Alcaldesa Perpetua, pero bien podría ser su 'sustituta' en caso de que esta se ausentase por algún extraño motivo. Es, por su solo peso y por lo arraigado de su festividad, la segunda Virgen más importante de nuestra salada tierra. Es la patrona de los marineros, aquella que los acompaña y guía cada vez que se echan a la mar. Sí, es la Virgen del Carmen. Y está a punto de celebrar su día grande.

Salvo imprevisto, la popularmente conocida como 'Virgen de la Almadraba' volverá a darse un baño de masas tan pronto como mañana mismo. Lo hará sin haber pasado este año una sola noche en el que, históricamente, ha sido su hogar, mas sí al amparo de sus miles de incondicionales, esos que, cada 16 de julio, no dudan en enfundarse su camiseta conmemorativa para arropar a su Señora.

A falta tan solo de soltar amarras, ya está todo listo para que la patrona de la Armada se pasee un verano más por nuestro litoral. La misa hoy celebrada en la céntrica Iglesia de San Francisco ha supuesto el pistoletazo de salida de lo que, a buen seguro, volverá a ser un evento más que multitudinario, uno más que populoso.

Hay cosas que son perennes, que seguirán ahí por más que pasen los años. Tras más de dos décadas instalado en el despacho presidencial, puede que, para Juan Vivas, lo vivido este caluroso lunes de julio en San Francisco no haya sido más que un mero trámite. Si es así, no lo parece. Todo lo contrario: parece que el presidente de la Ciudad profesa a Nuestra Señora del Carmen casi el mismo amor que a la patrona de todos los ceutíes.

La que ha propiciado la elaboración de este modesto artículo no ha sido una homilía cualquiera. Nunca lo es, de hecho. Da igual que haga calor; da igual que llueva; da igual que truene; da igual que el levante te empape en sudor: está prohibido faltar. Lo sabe Vivas, pero también lo saben todos esos devotos que jamás permiten que a la Virgen le falte algo, por nimio que sea.

Tras algo más de media hora de rezo colectivo, tras una (sofocante) tarde de fervor y devoción como pocas se dan a lo largo del año caballa, la patrona de los marineros ya está preparada tomar las costas ceutíes y arrastrar consigo a su habitual masa de fieles. Solo es cuestión de horas; salvo que la paciencia no sea una de tus virtudes, podrás esperar un último día.