No es que sea polifacética; es, directamente, una virtuosa. Es bloguera (y vloguera), instagramer y hasta youtuber. Nació en el municipio granadino de Almuñecar en el año 1969. Está más que acostumbrada a moverse de aquí para allá, pero nunca había surcado las aguas del Estrecho para venir a Ceuta. Nunca... Hasta hoy. La excusa que hay tras el viaje no podía ser otra: la Feria del Libro.

Se llama Lucía Chacón. Como todo buen escritor, se introdujo en el mundo de la literatura casi por casualidad. Al igual que tantos y tantos otros, decidió explotar ese azar hasta que acabó encontrando en él algo cercano a eso que llaman 'hobby'. Al final, lo que empezó siendo una mera afición, terminó por convertirse en una auténtica pasión.

Lucía se ha desplazado este semana hasta la Perla por petición expresa de nuestro Club de Lectura. La entidad que agrupa a los caballas más forofos del papel y la tinta (o, en su defecto, del e-book) ha organizado este último lunes de mayo en torno a la figura de la andaluza un 'encuentro con el autor' similar a todos esos que acostumbra a orquestar de tanto en tanto.

Chacón no ha venido sola; lo ha hecho con dos novelas bajo el brazo: la una se titula Siete agujas de coser; la otra, Los días que cosemos juntas. Ambas dos "recogen historias de mujeres, vidas de mujeres". La primera de las publicaciones hace las veces de introducción; la misma sirve para "dar forma a todo el argumento". La segunda, claro, supone "la continuación".

La granadina, admiradora confesa de "las relaciones de amistad entre mujeres", tiene una "teoría": la de que siempre que estas últimas se juntan "pasan cosas bonitas". En sus libros -en los dos-, "la acción transcurre en una academia de costura", una que, para las protagonistas, representa "un oasis", un remanso de paz en el que "todas se relacionan entre ellas".

Las mujeres -siete en total- "se cuentan entre sí su vida y sus problemas". "Se cuentan todo", resumía Lucía. "Beben unas de las experiencias de otras", ampliaba. Consecuentemente, las féminas "se van haciendo más sabias". Poco a poco, "van encontrando respuesta -en palabras de la autora- a muchas de las preguntas que tienen".

Ni ficción ni realidad: Siete agujas de coser y Los días que cosemos juntas narran historias híbridas. "No están basadas en hechos reales, pero sí que tienen muchísimo de mí", confesaba Chacón, que cree a pies juntillas que "cada uno escribe de lo que sabe y de lo que ha vivido en primera persona".

La otra mitad de la inspiración emana directamente de "historias familiares". Según la escritora, a pesar de que "muchos de los personajes están basados en personas reales", ninguno de ellos lo es al cien por cien. Así, Lucía ha utilizado "todos los recursos que tenía por la mano para construir un abanico de mujeres muy variado".

Cuenta Chacón que "las protagonistas son muy diferentes entre sí". Ya no es que no tengan la misma edad, es que, por no tener, no tienen, si quiera, la misma nacionalidad. "Creo que eso es justo lo que enriquece el contacto entre ellas", valoraba la literata, que considera que el hecho de que el repertorio sea tan amplio "hace que el lector se identifique mucho con un personaje o con alguna de sus circunstancias".

Su fijación por las agujas y las máquinas de coser tiene una explicación: Lucía se abrió "hace doce años" un canal de YouTube. En él, habla asiduamente "de costura". Al ser este "un ambiente que conocía", decidió "crear a los personajes en ese mismo escenario". "A partir de ahí, fui construyendo el relato con historias y vivencias propias que tenía en mente", explicaba.

Ambas publicaciones cuentan con "más de quinientas páginas". Puede parecer una cifra desmesurada, pero, como suele decirse, 'las apariencias engañan'. Dicen que nunca hay que juzgar un libro por su portada. En ambos casos, la frase viene que ni pintado. El motivo es bien simple: "La letra es para mayores de cincuenta", lo que viene a significar que el volumen de hojas no es tan vasto como pudiera parecer.

Chacón tiene claro que los encuentros como el que ella misma viene de protagonizar no solo "tienen muchísimo valor", sino que, además, dejan tras de sí "momentos muy bonitos". Es así por la sencilla razón de que "te encuentras con gente que ya conoce tu obra". "Al final, te nutres de sus comentarios y de todo lo que han sentido con tus novelas", concluía la escritora.