TEATRO

Albanta Teatro: Mujeres y hombres al borde de un ataque de felicidad

Albanta Teatro: Mujeres y hombres al borde de un ataque de felicidad
Algunos integrantes de Albanta Teatro en las gradas del Teatro del Revellín.
Algunos integrantes de Albanta Teatro en las gradas del Teatro del Revellín.

Muchas mujeres, algún hombre, amas de casa, administrativas, profesoras o trabajadores de almacén, algunas viudas y otros también. Estas son las historias de los integrantes de una agrupación vinculada al Centro Asesor de la Mujer que cumple 35 años sobre los escenarios: "Ha hecho nuestra vida más agradable"


Por la puerta que sirve para cargar y descargar los decorados del Teatro del Revellín entra un grupo grande de mujeres. Le sigue alguna más que llega de forma individual y también algún hombre. Antes solo eran ellas. Unas se empaparon de arte en sus familias desde pequeñas, otras que fueron maestras, muchas administrativas y aún más amas de casa. Hay quienes se quedaron viudas, otros, también. Padecieron enfermedades, se sintieron solos o no tanto. Pero todos concluyeron en un lugar feliz que hace su vida "mucho más agradable e interesante". Ese espacio es Albanta Teatro, una agrupación del Centro Asesor de la Mujer que cumple 35 años.

Cuando ceutaldia.com acude a uno de sus ensayos para preparar las obras con las que celebrarán la efeméride -una, 'La Extraterrestre', se estrena este sábado a las 20.00 horas-, acuden a la llamada 21 personas. Una veintena esperan y solo tienen un nombre en la boca: "¿Dónde estará Inma?". Hablan de Inmaculada López, quien las dirige y fundó la agrupación.

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Cartel de 'El cianuro...¿solo o con leche?'

De apariencia inquieta y seria, rápidamente bromea cuando le piden testimonio sobre estos 35 años. "Apellidos alemanes", dice cuando menciona los suyos, "López y García". Se le llenan los ojos de orgullo al contar como se ha formado "un grupo tan heterogéneo", de "edades y niveles culturales muy distintos". También le da alegría ver su capacidad de superación: "Ellas mismas no conocían sus habilidades y cualidades".

No solo ensayan y representan, "ese no es el objetivo final", la clave está en que "socializan", viajan juntas, quedan, hacen cosas que jamás habían hecho en la vida. "Hasta montar en globo", relata ella.

Una aventura que comenzó "cuando el Ayuntamiento sacó unas plazas de aulas para talleres de animación sociocultural", algo diferente a los clásicos de alfabetización y pintura: "Eran de dramatización". Entonces, López, que se dedica al teatro "desde los doce años" lo tuvo claro. Pasó primero por la cárcel de mujeres y después inició la actividad en los colegios Juan Carlos I y Juan Morejón. Primero hacían maquillaje de máscaras pero pronto consiguió llevar a las alumnas hacia donde quería, la interpretación, "empezando por un par de sainetes". El resultado ya es historia y estas son sus otras protagonistas.

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Imagen de archivo de algunas de las integrantes de Albanta Teatro.

22 historias de teatro, superación, alegría y mucho salero

En las tripas del Revellín reposa sobre una mesa parte del atrezzo. Cuadros, una corbata y un caso de bici. El decorado está montado. Se entra por una puerta y, tras ella, los veinte asistentes charlan distendidos, bailan, cantan y esperan a contar lo suyo.

A la derecha mirando hacia el patio de público acude rápidamente Toñi Fernández. Extrovertida y apasionada. También madre coraje. En sus 62 años ha hecho mucho. Primero trabajó en una tienda de muebles, luego con ancianos y después se dedicó a sus hijos. Por circunstancias económicas no podía permitirse llevarlos en ocasiones a donde querían, pero eso no le impidió tejer a su alrededor un mundo de fantasía. "Mis hijas querían ir a ver el Rey León y como no podía, pues cosía unos trajes y la interpretaba en casa con ellos", relata. También era frecuente que se vistieran como esquiadores en la vivienda: "Como si hiciéramos un fin de semana de nieve".

Lo del teatro le viene entonces como anillo al dedo, pues con sus pequeñas ya hizo algunos pinitos. "Mira, con la serie de El Príncipe también nos vestíamos e interpretábamos capítulos", añade.

Acabó en Albanta porque por una lesión tuvo que limitar su actividad deportiva. "Un día vine al ensayo e Inmaculada me dijo que me quedara. Al final a otra chica le salió trabajo, tuvo que dejarlo y acabé actuando. Solo con como me movía el teatro se meó de risa nada más verme", rememora con gran alegría.

Su compañera, Lola Lara, es un ejemplo de voluntad. Ha sido lo que ha querido ser. Venida de Granada, vivió en Marruecos, en Lérida, fue madre de un hijo dependiente en Málaga, trabajó de esteticista y puso un gabinete, hizo psicología ya de mayor por la UNED y se especializó en la parte forense. Siempre le gustó el teatro, hizo sus pinitos y acabó formando parte de Albanta.

"El primer papel que hice tenía menos de tres minutos de diálogo, pero al siguiente ya me dieron un protagonista", explica Lara, encantada no solo con poder interpretar, sino con la convivencia con el grupo. "Somos amigas. Nos montamos nuestros desayunos, nuestra Cruz de Mayo, viajes culturales...Es una maravilla", resume.

Fascinada y jovial, Mari Carmen Moreno, de 65 años, descubrió recientemente lo agradable que puede ser "ver al público reír y disfrutar". Fue hace poco cuando se unió a Albanta después de una vida de dedicación profesional como administrativa en la empresa Atlas. "Trabajaba de siete a tres y antes estas actividades eran casi todas por la mañana".

Un día, ya retirada, se dijo a sí misma: "Voy a probar". Lo hizo y debutó con la última representación de la agrupación, 'El Cianuro...¿Solo o con leche?', una de las obras elegidas para el 35º aniversario -hubo que seleccionar dos para que todos pudieran participar- de marcado humor negro. "Aportamos nuestro esfuerzo y compañerismo. Fue una experiencia muy enriquecedora", zanja Moreno.

A la que sin duda le ha cambiado la vida entrar en Albanta es a Julia Manso. 62 años, habladora y muy simpática, cuenta en sus carnes el sufrimiento por una enfermedad que la metió "en un pozo". Había sido camarera y ama de casa, pero las nubes negras llegaron y la terapeuta le aconsejó acudir al Centro Asesor de la Mujer para ayudar a combatir la depresión.

"Ahora estoy muy bien. Vi que había sevillanas, gimnasio y teatro. Voy remontando y las compañeras son muy buenas", dice ella, que se ve apoyada también en toda la vida social alrededor de la interpretación: "La cena de navidad, la cruz de mayo, un tapeo espontáneo, vamos a exposiciones...", enumera encantada Manso, que ya de niña admiraba "el teatro en la tele" y que ahora se ve participando de él: "Nunca lo hubiera imaginado".

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Imagen de archivo de algunas de las integrantes de Albanta Teatro.

Algo más tímida, muy elegante y con profundo conocimiento cultural, Elisa Ramos, de 61 años, llegó a Albanta Teatro bailando sevillanas. "He ido con Inmaculada (López) a los viajes que hace a ver musicales a Madrid y estaba en las clases de sevillanas. Entonces surgió esta opción", subraya.

Propietaria de un gimnasio donde trabaja, también pinta, aunque reconoce no haberse atrevido aún a exponer. Todo llegará. Lo mismo que con subirse al escenario a actuar, pues ella hace las funciones de regidora. "Me subo allí arriba", dice señalando a la parte alta de las butacas del Revellín, "y manejo las luces", concluye.

También apasionada del teatro -de hecho ya había hecho incursiones con López- y ahora mismo en un parón profesional -es auxiliar administrativo-, Nuria Sarria, de 49 años, encuentra en Albanta una enorme distracción, "casi una terapia".

Risoterapia, se podría decir, pues uno de sus últimos papeles la llevó al borde de la carcajada, ya que su personaje moría envenenado en una silla. "Fue muy loco todo porque yo me desplomaba muerta y la gente se empezaba a reír. Yo me tenía que quedar ahí inmóvil y me sacaban del escenario en una silla de ruedas", recuerda. Al terminar la frase mira al auditorio, en se momento vacío y confiesa: "Fue un momento genial. Nunca lo olvidaré".

Una situación de carcajada, pero algo más incómoda pasó Pepa Hernández. Ella es la viva imagen del desparpajo y el descaro: "A una vieja momia no se le pregunta la edad", espeta rápidamente, antes de contar su anécdota. Resulta que empezó en 2004 en el teatro cuando la empresa en la que trabajaba de administrativo "tuvo problemas", luego lo dejó y acabó por regresar. Su primera vez en una obra le tocó tirar de la cuerda. "De la del telón", concreta.

En obras posteriores ya salió al escenario y en una de ellas hasta tuvo que hacer de hombre. "Era un zapatero. Yo por mucho que lo intentara, de hombre no me veía. Unas somos más femeninas que otras. En mi caso la gente se reía mucho al verme", rememora, agradeciendo que ahora por fin cuenten con integrantes del otro sexo, aunque no sean suficientes. "Animo a que vengan más", proclama.

Casualidad o no, pasa cerca muy contento Pepe Ramos, de 72 años. Ella bromea: "Como este, mi amante". A él que está felizmente casado le entra la carcajada. Es uno de los pocos hombres que forman parte de la agrupación, a la que llegó después de jubilarse tras toda una vida trabajando en la restauración. Venido a Ceuta desde la Costa del Sol, ejerció en el hospital militar y después en penitenciaría.

Con el objetivo de mantenerse activo, usa un banco de gimnasia junto a su hijo y sale todas las mañanas a caminar. Su parte artística brotó por mediación de Blanca Vallejo, de la Asociación de Vecinos del Centro. "Ella me llamó para hacer unas zarzuelas y luego otra amiga presidenta de la Asociación de Vecinos del Mixto le comentó a Inmaculada sobre mí". Celebra haberla conocido, porque dice haber "aprendido muchísimo", también a sus compañeras y por ello también anima a que más varones se le unan.

Cuando se retira de la palestra Ramos, Reme Bermúdez llega por el escenario bailando. Antes había estado cantando el 'Asturias patria querida", pues su marido nació fortuitamente en el puerto asturiano que da paso a León, Pajares. Su legado hasta ahora, 72 años de imaginación y gracia. Siempre le ha encantado "coser vestuario y hacer teatro en la calle con las amigas". 

Una cuestión que trasladó también a las aulas, dado que cursó estudios de magisterio. "Como no podía actuar con los niños he hecho mucho teatro, me inventaba obras y escribíamos poesía", relata.

Llama Bermúdez al mundo a despojarse de la timidez, cuestión que, según asegura, le costó limitarse en la juventud, a pesar de ya sentir su vena artística. "No vale para nada aunque es muy difícil desprenderte de ella. Ahora con los móviles ya no hay timidez, supongo. Lo malo es cuando tienes que enfrentarte al mundo real", reflexiona.

Precisamente, bajo una fachada más formal, se esconde la caja de sorpresas que es la tetuaní Cecilia Monfort, compañera de 66 años. Cuando le preguntan por su primer papel en el teatro del colegio explica que le tocó un personaje sin diálogo: "Hacía de Pepe Carbonilla, que se había tragado un reloj. Entonces me ponía una rana de estas con carraca a la altura de la tripa y le daba", dice simpática haciendo el gesto con la mano y reproduciendo las expresiones faciales.

Aunque le ha tocado lidiar con situaciones complicadas -como la muerte de su hermana cuyos seis hijos quedaron a su cargo junto a los tres que ya tenía-, no pierde la alegría y menos aún sobre las tablas con Albanta y ya van 25 años ligada a la agrupación, con la que hizo primero de Mónica en un pequeño papel, para luego pasar ha hacer otros más extensos: "Inmaculada (López) me dijo que era un desperdicio que hiciera algo tan breve", añade Monfort, que también ha hecho de hombre: "Lo llevé bien".

Buena imitadora "del acento moruno", reconoce sentirse especialmente feliz cuando interpreta. "Lo que más disfruto es cuando estoy actuando y la gente participa. Es un momento en el que te creces".

Integrantes de Albanta Teatro.
Reparto de la obra 'El Extraterrestre'.

Ese "amor por el teatro" lo comparte intensamente Conchi Villanueva. Nacida en Córdoba hace 67 años, vivió en Andalucía hasta los 21 años y se trasladó a la ciudad autónoma con su marido militar. Tuvo cuatro hijos y se dedicó a criarlos como ama de casa.

Un día llegó su momento. "Cuando el más pequeño empezó en el colegio me apunté a sevillanas en el Centro Asesor de la Mujer (CAM) y ahí fue cuando descubrí el teatro de Inmaculada. Hace ya 25 años", profundiza Villanueva, una de las que más tiempo lleva ligada a la agrupación.

"Recuerdo con mucho cariño de las primeras obras que hice. En concreto un sainete de los Álvarez Quintero que lo llevamos como regalo a la residencia de mayores de Hadú. No me imaginé jamás que les gustara tanto a las personas mayores", finaliza.

A su compañera Mari Carmen Mazariegos de 74 años, la conoció gracias a su hija. Fue por ella, "porque se casó con un musulmán y trabaja de exteriores en Rabat", por lo que vino a vivir a Ceuta una vez jubilada. "Estaba deseando que mi marido y yo nos jubiláramos para traernos. Así estamos más cerca".

Un fuerte vínculo hizo que cruzara el Estrecho y otro casi tan potente la une al mundillo del teatro desde hace unos años. Dos de los tres papeles que ha interpretado están curiosamente muy ligados con su vida profesional. "Yo he estado trabajado de auxiliar de geriatría y me ha tocado hacer de médica y enfermera", abunda Mazariegos, cuya última interpretación ya se sale de ese canon: "Es de policía", puntualiza.

Llena de ternura, aparece por el lateral del escenario Ana Leal. Sevillana, de ochenta años, lleva 35, desde su fundación, ligada a Albanta. "Me acuerdo que empezamos haciendo máscaras de escarola, después sevillanas, manualidades, gimnasia y ya teatro", rememora.

Tras una vida dedicada a cuidar de sus hijos y sus padres -"es importante continuar y seguir hacia adelante, plantea como filosofía- ahora puede dedicarse más tiempo, pasarlo con sus amigas e interpretando, aunque por las circunstancias ya prefiere "papeles más cortos". "Lo pasamos muy bien", postula concluyendo el resumen de su historia.

Otro de los hombres del grupo es José María del Campo. Ahora tiene 65 años y se muestra muy divertido pero hace dos se quedó viudo. "Entré en un periodo malo e Inma (por Inmaculada López) me vio y me rescató. Necesitaba estar ocupado", explica con semblante entristecido.

Él, que trabajaba liderando el equipo de mantenimiento del Campus Universitario y también había estado en almacenes de medicamentos siempre "había tenido como asignatura pendiente aprender a bailar sevillanas". Fue ahí cuando conoció a la directora de Albanta y como llevado por el destino terminó interpretando. Una actividad que le ha "impactado y enriquecido". "Estoy muy agradecido, principalmente con Inmaculada (López), pero también con todo el grupo porque me han ayudado cuando más bajo me he encontrado", reconoce del Campo.

Comparte escenario con el último de los varones del grupo, Manolo Muñoz, entrañable maestro de escuela jubilado que a sus 77 años acabó primero en sevillanas y luego en teatro, por iniciativa de su esposa: "Está algo obsesionada con que tengo que entrenar la memoria, que se me olvidan las cosas. Pero vamos, que según el médico es algo normal a mi edad", cuenta. En todo caso, mantiene el cerebro activo "con juegos de ordenador", especialmente con el ajedrez y también haciendo "crucigramas".

Son más tranquilos esos quehaceres que el de la intepretación. Ahora va cogiendo tablas, pero, la primera vez ante el público confiesa haberse sentido "muy nervioso": "Estaba perdido y mi compañera, que ya tenía más experiencia, me sacó del atolladero", añade él, que también afirma categórico que participar con Albanta ha mejorado su capacidad de "hacer contacto con gente y viajar a una edad en la que ya es complicado": "Los amigos van falleciendo", asume.

Del nobel Muñoz a una de las veteranas, no tanto en edad -tiene 67- como en vinculación a la agrupación del CAM, Teresa García. "Llevo unos treinta años, fui de las primeras", inicia su relato. A ella fue una amiga quien le habló bondades del Centro Asesor de la Mujer: "Le dije a mi vecina que si ella se apuntaba, yo también".

De casta le viene al galgo y García ya había visto en su casa lo que era el oficio. "Mi padre, que también pintaba, era cantante de ópera, hizo zarzuelas y también una obra cómica. Yo tenía dentro esa espinita del teatro que no había podido sacarme", cuenta sobre una vida influenciada por el mundo del arte, dado que su tía "Jovita", era pianista.

A su llegada a Albanta le toco lidiar con un papel protagonista, siendo una obra de solo tres personajes: "Yo era muy tímida". Ahora, no lo es tanto. 

La benjamina del grupo es Asun León, de 55 años. Profesional de la confección en su pequeño taller elabora "desde disfraces de lagarto para carnavales hasta trajes de novia". También prepara muchas piezas para Semana Santa y trajes de flamenca coincidiendo con las ferias.

Tras unos años viviendo en Jerez de la Frontera regresó hace dos décadas a Ceuta y fue entonces cuando retomó contacto con Inmaculada López, a la que conocía desde niña. Así terminó por elaborar el vestuario para Albanta, colmando una de sus grandes pasiones: "Es que una bambalina me vuelve loca. Es subirse el telón y se me ponen los pelos de punta", exclama.

Una de las que se viste con sus elaboraciones es Mercedes Bencandil. Nacida hace 67 años asume que su vida ha sido "muy buena y alegre", todo a pesar de tener que atravesar "un percance" que fue precisamente el que la llevó al teatro. "Mi hijo fue el que me orientó. Él había hecho varias obras, me convenció para que saliera con él y me gustó".

Una escena sentida que ha dado paso a su evolución sobre las tablas, interpretando desde un oráculo hasta una mujer mayor: "Voy asumiendo los papeles con mucha energía", finaliza.

Mucho antes de que Bencandil se planteara actuar, allá por "el año 1995 o 1998" Loli Gaona, que ahora tiene 70 años, vio como en el colegio de enfrente de su casa entraban constantemente mujeres. "De primeras el CAM hacía todo por las tardes para que las amas de casa pudieran ir y lo escogieran en vez de jugar al bingo, ya sabes", relata.

Finalmente, cuando descubrió que lo que hacían en el centro educativo eran manualidades, se apuntó. Luego eso daría paso al teatro y, mucho tiempo después, ahí sigue Gaona, encantada con su participación.

Lo está también Elvira Rodríguez, que se declara amante de los sainetes. Ella la conocía a Inmaculada López  hacía tiempo, pero fue cuando quedó viuda cuando acudió al CAM y entró a formar parte de Albanta. "Me dieron un pequeño papel y lo resolví bastante bien".

Se siente afortunada la mujer por los buenos ratos sobre el escenario y junto a las compañeras, "de cervezas, cafecitos y muchas risas". "La vida social la tenemos más o menos resuelta", celebra.

Faltan a la quedada en el Revellín otras dos figuras fundamentales de la agrupación, pero su directora se encarga de hacer que sus historias también puedan quedar reflejadas gracias a unos audios de whatsapp.

Una de ellas es Puri Vallejos, de 75 años, que, como otros compañeros se inició con las clases de sevillanas. "Ya había visto alguna de las obras de Inma (por Imaculada López) y la conocía a través de unas amigas". Sin embargo, "nunca había sentido la fuerza suficiente para dar el salto en esta materia".

Ese tiempo ya ha pasado y Vallejos alcanza los doce años bailando y otros "seis o siete" detrás de bambalinas, como utillera. "Reconozco que a pesar de mi segundo plano mi vida se ha enriquecido por la relación con mis compañeras", agrega.

Ensalza el compañerismo también Maite Carretero, de 60 años. "Ser una de las integrantes del grupo para mi ha supuesto una superación personal. Estoy muy satisfecha con todos mis compañeros y con la profesora, que es maravillosa y nos aguanta".

Agradece que aunque se quede en blanco el resto la ayuden y califica la etapa vivida en compañía del resto como "reconfortante": "Te echan una mano en todo lo que pueden y a mí se me han juntado circunstancias que han hecho que esos ratitos de teatro me hayan ayudado muchísimo".

Por último, María Cadavieco López, de tan solo 25 años. Ella es la mano derecha de López, que lleva desde los quince ayudándola en los montajes. A pesar de su juventud se encarga de colaborar en el desarrollo de cada escena, tanto en la caracterización de los personajes como en el maquillaje y los peinados.

 
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Cartel de 'El Extraterrestre'.

Actuación este sábado

Muchas de las protagonistas de esta historia actuarán este mismo sábado día 25 en el Teatro del Revellín, a las 20.00 horas. Juntas interpretarán la comedia 'El Extraterrestre', la segunda de las funciones para conmemorar el 35º aniversario de Albanta Teatro tras 'El cianuro...¿solo o con leche?'.

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