José Antonio Carracao, ex secretario general del PSOE de Ceuta
José Antonio Carracao
José Antonio Carracao Meléndez

Empiezo recordando que el Partido Socialista Obrero Español, no es sino un instrumento para ser usado en favor del cambio social hacia un reparto de las riquezas más justo, hacia la igualdad de oportunidades, por la equidad de género y contra cualquier tipo de discriminación. Un instrumento para construir una sociedad donde, desde la libertad individual, el conjunto se implique y ocupe de las partes, ejerciendo una solidaridad compartida para apoyar que nadie se quede atrás, ni le falte lo mínimo para subsistir. Un instrumento para la defensa de la Democracia y los derechos individuales de la ciudadanía a tener acceso a una educación pública, gratuita y de calidad, a poder acceder a una sanidad pública y universal, a ser atendida y cuidada, a recibir una pensión y a muchos más.

En definitiva, el PSOE es un lugar común desde el que trabajar por los demás bajo una ideología socialdemócrata y de izquierdas. Este trabajo que se inició hace 140 años, perdura porque está organizado. La organización y estructuras son necesarias para llevar a cabo el diálogo con la sociedad, para la defensa de las ideas, para la asunción de los posicionamientos ante los viejos y nuevos retos sociales, y en última instancia, para el desarrollo de la acción política institucional que ha de provocar los cambios.

Este resumen que así de primeras se me ocurre resaltar cuando empiezo estas líneas, no es baladí, no es un ejercicio de teorización, ni propaganda. Es a mi juicio, un señalamiento imperioso por su necesidad, ahora que el socialismo ceutí está inmerso, nuevamente, en unos momentos de incertidumbre, que los hombres y mujeres socialistas militantes observamos con preocupación, y que el resto, no me cabe duda, mira con estupor.

Y es preocupante, porque a mi juicio, lo que ocurre es muy diferente a lo que haya ocurrido en otros momentos en nuestra historia en la ciudad. Se observa un debilitamiento ideológico, un desprecio de los procedimientos orgánicos y una falta de respeto a las estructuras internas, que va más allá de las legítimas, y a veces fratricidas, luchas internas por el control.

Lo que quiero decir, de forma más concisa, es que el PSOE existe nada más, ni nada menos, que para trabajar por los demás. Y en estos momentos, no parece que se esté trasladando con claridad, esa verdad incontestable, ni que esté presente entre quienes tienen las responsabilidades.

Mientras siga militando en el PSOE, ni perderé mi sentido de responsabilidad hacia la organización, ni perderé mi libertad de opinión y expresión, y siempre trataré de ser fiel a las dos, aun cuando ese equilibrio sea difícil y a veces, ciertamente, casi imposible. Es por ello, que me siento en la obligación de hacer un llamamiento público a mis compañeros y compañeras del grupo parlamentario socialista, desde el afecto y el reconocimiento a sus desempeños, para que trabajen desde las premisas que antes señalé como guía única y con una organizada unidad de acción.

Les pido que no desfallezcan, que no se pierdan, que aguanten hasta la renovación de los liderazgos. Pronto tendremos la oportunidad de recuperar la normalidad orgánica. El restablecimiento de la Comisión Ejecutiva Regional y el Comité Regional, como únicos órganos de dirección y control del Partido, volverán a marcar la acción política, cosa que no ocurre ahora pero que tampoco ocurre en el partido desde hace demasiado tiempo. De esta manera el Grupo Parlamentario podrá trabajar con serenidad y dirección.

Más allá de este llamamiento, entiendo necesario compartir otra reflexión. Una que considero, está sobrevolando los pensamientos de muchos. Hace falta un liderazgo que vaya más allá de hacer seguidismo de las posiciones marcadas desde Madrid o de apoyarse en ningún otro poder que no sea el del pueblo. Y lo digo sin ningún romanticismo, todo lo contrario, desde el más absoluto pragmatismo. Un liderazgo que haga reconocible las posiciones del partido sobre todos los temas de interés para Ceuta, que haga reconocible el proyecto de futuro y de ciudad que tenemos, que haga reconocible nuestro modelo de convivencia y cómo defendemos y valoramos nuestras singularidades. Un liderazgo que nos devuelva al reconocimiento por parte de la sociedad.

El poder político, es puntual y coyuntural, y aunque alcanzarlo sea el fin, porque sólo así se estará en disposición de ejercerlo para transformar, lo que importa de verdad es el grado de integridad que nos reconocen. Ese es el valor por el que la sociedad nos juzgará y apoyará, aun si nos entrega la responsabilidad o no.

Lo que el PSOE de Ceuta se está jugando con estas disonancias e indisciplinas, sin que concurran contextos que al menos pudieran explicarlas, a la hora de vota, va mucho más allá del descrédito, va más allá de la sospecha sobre qué intereses marcan el sentido del voto en el partido, lo que está en juego es lo que significamos para la gente. Y podemos caer en la insignificancia si seguimos así.