José Antonio Carbonell Buzzian
José Antonio Carbonell Buzzian
José Antonio Carbonell Buzzian

Las administraciones públicas son las encargadas de gestionar los recursos de un país y ejecutar planes de desarrollo. Para que esta sociedad funcione adecuadamente debería contar con instrumentos y recursos que permitan a las personas convivir de manera justa y segura, que no es el caso de los ceutíes, ya que son considerados como ciudadanos de segunda y no lo son. En los escenarios tan complejos en los que sobrevivimos, empiezo a cuestionarme la utilidad de lo público y la razón de ser de la Administración como tal.

Por otra parte, intento creer que una sociedad sin la Administración Pública estaría desarticulada y sin capacidad de gestionar la voluntad de sus ciudadanos. La cuestión es preguntarnos si lo público está respondiendo a las necesidades actuales, queda constatado que las empresas públicas en Ceuta no son ni muchísimo menos el catalizador necesario para gestionar de forma eficiente estos activos tan sumamente importantes para nuestra ciudad.

Para conseguir que las empresas municipales en nuestra urbe se transformen y jueguen el papel que les corresponde, se necesita de políticos con conocimientos y buena voluntad, visión y consenso, virtudes que brillan por su ausencia. La esfera política debería ocupar su lugar que no es otro que el de no mezclarse de manera inadecuada con la administrativa. Estamos necesitados de una Administración independiente, profesionalizada y sin injerencias o intereses espurios que es lo que ocurre actualmente y un claro ejemplo es la empresa municipal Acemsa, un maná para gestionar dinero público libre de auditorías externas.

Las Administraciones ceutíes necesitan una transformación urgente, una sociedad avanzada y democrática necesita gestionar lo público con eficiencia y transparencia, de no ser así se estaría provocando que las mismas se estén convirtiendo en un freno en el desarrollo, por ello es necesario un cambio de enfoque, de estructuras propias y prácticas acordes al siglo en el que nos encontramos. Debemos caminar hacia una regulación más inteligente, justa y menos intrusiva creando un papel central sobre lo público a través de una mejor regulación que evite injusticias y que no cercene la iniciativa de la sociedad.

La falta de rigor que tienen los dirigentes a la hora de gestionar el dinero público, provoca lo que se ha ido viendo a lo largo del tiempo, las controvertidas adjudicaciones y contrataciones de servicios públicos con las empresas mercantiles, donde siempre ha primado beneficiar a los amiguetes y a su circulo clientelar con un chorreo continuo de dinero público a costa de todos los ceutíes.

Una empresa municipal de agua que solo busca que los allegados suyos maximicen sus beneficios, consiguiendo que su coste sea cero, sin importarles que con ello se comprometa la calidad del servicio público, y lo peor de todo es que tienen el beneplácito y connivencia de quienes se supone que deberían velar por la transparencia y el buen hacer de los intereses públicos.

Habría que recordarles a estos que están por encima del bien y del mal, que existen los juzgados donde se aplica la ley, con procesos justos de adjudicación, y no permitir que despilfarren el dinero público para pagar dádivas a una red clientelar que es infinita, porque a día de hoy no se sabe donde empieza y donde termina esta tela de araña que llevan tejiendo un puñado de personajes que actúan con total impunidad desde hace muchos años.