Claro, claro que no me alegro de la muerte de ningún torero, claro que no me alegro aunque sea un firme defensor de la abolición de las corridas de toros.

No me alegro porque el sufrimiento y la desgracia ajena me hacen sentir mal.

No me alegro porque cuando veo las imágenes, veo esos ojos sin vida, esos cuerpos inertes, siento desazón, tristeza, pena.

Imagino el sufrimiento de sus familiares, de sus amigos, y no, no me puedo alegrar nunca. No debo juzgar lo que sienten los demás, me puedo sentir más o menos de acuerdo, pero ahora solo hablo de mí.

Puedo no estar de acuerdo con los comentarios de los demás, que no comparto, no solo ya por una cuestión de formas o de respeto hacia la vida de los demás, sino porque lo que lleva implícito dañar, lastimar porque sí, no me gusta.

Siento escalofríos cuando veo el asta del animal entrando en sus cuerpos, cuando creo intuir el dolor, el sufrimiento, cuando veo que en un segundo la vida se va.

De igual manera siento pena, tristeza, dolor cuando veo la espada del diestro entrando en el animal; cuando intuyo su dolor, su sufrimiento, cuando veo que la vida se le va; cuando intuyo lo que esa espada puede atravesar; cuando veo la sangre manar a borbotones.

Podríamos entrar aquí en disquisiciones éticas sobre el valor de la vida humana y el valor de la vida animal. No es mi intención, habría tantas opiniones como personas.

Recuerdo que hace años vi un programa sobre lo que experimenta el toro desde que entra en la plaza hasta que sale muerto. Se analizaba desde un punto de vista médico, científico. Todo el proceso biológico que siente ese animal.

Con todo ello tengo que escuchar a gente, defensora de la "fiesta" nacional, argumentando que "el toro no sufre".

Ante semejante barbaridad, adopto una postura de silencio porque no me merece la pena entrar.

El deseo, que claro, es un deseo que tengo es que me gustaría que esas mismas personas que manifiestan una sensibilidad por el torero, tuvieran la mitad de dicha sensibilidad para con el toro.

Que no aplaudiesen a rabiar, con un puro en la mano o sin él, cuando ven entrar el acero en el cuerpo del animal y lo ven caer fulminado.

Sería al menos de justicia que tuviesen un poco de consideración, solo un poco, pero claro...

No, no estoy de acuerdo con los comentarios que se han hecho con la muerte del torero, de igual manera que tampoco estoy de acuerdo con una fiesta, que para mí, para mí, no es sino una barbarie que tiene poco de arte.

Para mí...