La situación, que se viene repitiendo se ha agravado en un centro que ha pasado a triplicar el número de menores internados en apenas 3 años, mientras veían que el número de efectivos para atenderlos se reducía paulatinamente . “La cantidad desproporcionada de menores, las reducciones de personal, la incesante contratación de personal eventual y la carencia de medios, hacen que trabajar en el Centro de Realojo (La Esperanza) se haya convertido en un atentico riesgo para la seguridad del personal y de los menores”, explica. Un drama silenciado por el exceso de celo de los propios trabajadores, reconocen desde CSIF.
“Agresiones, vejaciones, violencia física y verbal contra el personal, faltas de respeto, acoso a trabajadores, la llegada de adolescentes de madrugada en estado de embriaguez (por el consumo de alcohol y estupefacientes) a los que hay que permitirles el acceso al centro cuando lleguen, las alteraciones del orden y enfrentamientos con el personal que los adolescentes que han consumido drogas producen en el Centro, etc. son el pan nuestro de cada día para los trabajadores del Centro, sin que desde el Gobierno de la Ciudad se tomen medidas para frenar esta escalada”, enumeran, “y soluciones chapuceras como la contratación de una empresa externa que carece de control por parte de la administración y en las propias instalaciones del centro, solo han contribuido a que la situación esté aún más descontrolada”.
Para CSIF la clave del problema es que “no hay espacio, ni medios, ni personal, para contener la situación, mientras el Gobierno de la Ciudad mira para otro lado preocupado únicamente de la dotación presupuestaria que le toca en los Presupuestos Generales del Estado”.