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Dubitativo, con el brazo encogido, sin agresividad, lento de piernas, falto de ideas, con dificultad para leer las jugadas y recuperar la posición, siempre a remolque y con la frustración en su rostro. Así es como se ha visto a Rafa Nadal en los últimos partidos. El punto de inflexión: la final de Wimbledon, perdida ante Djokovic y el parón de las vacaciones. Aunque el ex tenista Andrés Gimeno desecha la idea de que perder en Londres fuera devastador para Nadal: «Él lo dijo: "No he perdido el número 1, lo ha ganado otro que está mejor que yo". Pero nos ha acostumbrado a ganarlo todo, con un 20...